Estos puntos esenciales de la doctrina del Nuevo Testamento componen algunas de las enseñanzas prominentes (importantes) de La Iglesia de Dios.


Estas veintinueve enseñanzas prominentes de la Iglesia no constituyen un credo o una declaración de creencias, ya que La Iglesia de Dios acepta toda la Biblia, como la Palabra inspirada de Dios.

Todos aquellos que se convierten en miembros de la Iglesia, aceptan el siguiente pacto:

“¿Promete usted sinceramente, en la presencia de Dios y estos testigos, que acepta esta Biblia como su regla de fe y practica, gobierno y disciplina, y andar en la luz a su mejor conocimiento y habilidad?” Este es un “pacto eterno que jamás se ponga en olvido”.


Arrepentimiento

El arrepentimiento es tanto una condición como un acto; es el estado de sentir el pesar según Dios por los pecados que se hayan cometido, y el acto de apartarse y dejar de pecar. “Porque el dolor que es según Dios obra arrepentimiento saludable, del que no hay que arrepentirse; mas el dolor del siglo obra muerte” (2 Corintios 7:10). Lea también Marcos 1:15; Lucas 13:3; Hechos 3:19. El arrepentimiento es un requisito para la justificación. 


Justificación

La justificación es tanto una condición como un acto; es el estado de estar sin culpa delante de Dios, debido a que Dios ha perdonado las transgresiones de las cuales la persona se ha arrepentido. Este es el resultado del arrepentimiento y la fe.  “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1) Lea también Romanos 5:2-9; Tito 3:7.  La justificación precede la regeneración.


Regeneración

La regeneración es una obra de Dios hecha en el Corazón de la persona que ha sido justificada, cuyo acto produce una vida espiritual nueva.  El hombre esta muerto en sus transgresiones y pecados por causa de Adán; más debe ser vivificado o regenerado por medio de Cristo.  Esta es una parte vital del plan de salvación que es por la fe.  “No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia nos salvó, por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;” (Tito 3:5).  Lea también Mateo 19:28; Efesios 2:1, 4, 5.  La regeneración ocurre simultáneamente con el nuevo nacimiento.


Nuevo Nacimiento

Experimentar el nuevo nacimiento, nos hace una nueva criatura en Cristo y un hijo de Dios. Este nuevo nacimiento es el resultado del arrepentimiento y de la justificacion. Esta es una experiencia instantánea y clara, que ocurre en el corazón, y que viene acompañada por un testimonio interior que no da lugar a dudas. No hay otra manera de entrar al Reino de Dios. (Sin embargo, el nuevo nacimiento no convierte a la persona en un miembro de La Iglesia de Dios.)  “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez” (Juan 3:7).  Lea también Juan 3:3-8; 1 Pedro 1:23; 1 Juan 3:9; Romanos 8:16; 1 Juan 3:14.  El Nuevo nacimiento es un requisito previo para la experiencia de la Santificación.


Santificación

La santificación es la segunda obra definida de la gracia, la cual sigue a la justificación. Es una obra efectuada instantáneamente en el corazón regenerado por medio del Espíritu Santo, mediante la sangre de Cristo. Mientras que en la justificación las transgresiones de la persona son borradas,  en la santificación la naturaleza adámica, o el pecado innato, es extirpado.  “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta, Salgamos pues á él fuera del real, llevando su vituperio.” (Hebreos 13:12, 13).  Lea también Romanos 5:2; 1 Corintios 1:30; 1 Tesalonicenses 4:3; 1 Juan 1:9.  La santificación restaura al creyente al mismo estado de santidad de Adán antes de la caída, otorgándole la gracia para vivir una vida santa; de esa manera viene a ser elegible para la morada del Espíritu Santo. 


Santidad

La santidad significa estar exento de pecado, una condición hecha posible a través de la experiencia de la santificación.  Dios requiere que el hombre viva una vida sin pecado en este mundo, y proveyó el medio a través del derramamiento de la sangre de Cristo.  “Porque la gracia de Dios que trae salvación á todos los hombres, se manifestó. Enseñándonos que, renunciando á la impiedad y á los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente," (Tito 2:11, 12).  "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).  Lea también Lucas 1:74, 75; 1 Tesalonicenses 4:7; Efesios 4:24; 1 Pedro 1:15, 16.  La santidad no es solo una necesidad individual sino también para la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.  Lea también Efesios 1:4; 5:27; 2 Corintios 7:1; Salmos 93:5.


Bautismo en Aguas

El bautismo en agua es el acto de ser sumergido en agua, en conformidad con el mandato e instrucciones de Cristo. Esta ordenanza no tiene virtud para limpiar pecados, sino que es el testimonio de una buena conciencia para con Dios. Este representa la muerte, la sepultura, y resurrección de Cristo, a través de quien recibimos nueva vida. Solamente los que han experimentado el nuevo nacimiento son elegibles para el bautismo en agua.  "A la figura de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como demanda de una buena conciencia delante de Dios,) por la resurrección de Jesucristo:” (1 Pedro 3:21).  El bautismo en agua tiene la aprobación divina sólo cuando se hace "en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo.”  Lea también Mateo 28:19; Marcos 1:8-10; Juan 3:22, 23; Hechos 10: 47, 48.


Bautismo con el Espíritu Santo

Cuando una persona ha sido santificada completamente es elegible para el bautismo del Espíritu Santo.  La promesa es una experiencia definida e instantánea descrita en la Escrituras a través de la palabra “bautismo”, y viene siempre acompañada por la evidencia de hablar en otras lenguas como el Espíritu da que hable. Este no se relaciona con el bautismo en agua, la regeneración o la santificación. Es cuando el Espíritu Santo llena el templo que ha sido limpio por la santificación. No es una obra de la gracia, mas un don de Dios concedido a petición de la oración de Cristo. El bautismo del Espíritu Santo es la investidura de poder para el servicio.  “Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me sereís testigos en Jerusalem, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8).  Lea también 1 Corintios 3:16, 17; Lucas 24:49; Mateo 3:11.


Hablar en lenguas

Hablar en otras lenguas como el Espíritu impulse a que se hable, es la evidencia inicial y física del bautismo del Espíritu Santo. Nadie recibe el Espíritu Santo sin hablar en otras lenguas. Esto es algo distinto y diferente al don de lenguas, el cual es uno de los nueve dones del Espíritu.  “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).  Lea también Juan 15:26; Hechos 10:44-46 y 19:6.


La completa restauracion de los dones a la iglesia

Los dones del Espíritu fueron colocados en la Iglesia, para que fueran operados por el Espíritu según la voluntad de Dios. Estos se manifiestan a través de miembros individuales; sin embargo, nadie posee personalmente estos dones.  Por lo tanto, siendo que los dones fueron dados a la Iglesia y no a personas individuales, nadie que se va de la Iglesia puede llevarse consigo un don espiritual.  Estos dones operaban en la Iglesia, antes de que esta entrase en la edad oscura; y todos le fueron restaurados cuando resurgió de la edad oscura. 1 Corintios 12:28, “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores, luego facultades, luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas.”  Lea también 1 Corintios 12:1; 4-11; 14:1.


Las senales que siguen a los creyentes

Milagros y señales acompañarán el ministerio y trabajo de los verdaderos creyentes. Estas señales se registran en Marcos 16:17-20, “.Y estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló, fué recibido arriba en el cielo, y sentóse á la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.” Lea también Romanos 15:18, 19; Hebreos 2:4.


El Fruto del Espiritu

La persona llena del Espíritu manifestara el fruto del Espíritu. Gãlatas 5:22, 23, “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, Mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley.”  El fruto del Espíritu no puede ser manifestado por la carne o la naturaleza humana. Su origen es divino, y debe emanar de un corazón lleno del Espíritu. Lea también Romanos 6:22; Efesios 5:9; Filipenses 1:11.


Sanidad Divina

Provista para todos a través del sacrificio.El sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz no solo proveyó la salvación de nuestras almas, sino también para la sanidad de las enfermedades físicas. Salmos 103:2, 3 ".Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios: El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias." La sanidad divina es el resultado del poder de Dios, sin la ayuda de la medicina o de destrezas quirúrgicas. La virtud sanadora, al igual que la salvación, esta disponible para todo el que pueda creer.  Lea también Isaías 53:4, 5; Mateo 8:17; Santiago 5:14-16; 1 Pedro 2:24.  


Las Santa Cena del señor

La Cena del Señor fue instituida por Cristo, y es una ordenanza sagrada que se nos ha ordenado observar. La Cena consiste de pan sin levadura, el cual representa el cuerpo quebrantado de Cristo en la cruz por nuestros pecados; y el vino (jugo de uva sin fermentar), representa la sangre de Cristo que fue derramada por nuestra santificación. Esta ordenanza se observa en memoria de Cristo y de Su muerte. Solamente los cristianos consagrados e intachables son elegibles para participar de esta Cena. Lea también Lucas 22:17-20; 1 Corintios 11:23-33.


El Lavatorio de pies por los santos

El lavatorio de pies fue instituido por Jesús, la misma noche de la Ultima Cena. Esta es una ordenanza neotestamentaria que se nos requiere observar—de la misma manera en la que se nos requiere que observamos la comunión. Su observación fue. “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros” (Juan 13:14).  Lea también Juan 13:4-17; 1 Timoteo 5:10.


Diezmar y ofrendar

Diezmar es pagar una décima parte de nuestro ingreso a la tesorería de la Iglesia. Esto tuvo su principio con Abraham, continuo bajo la ley, y recibió la aprobación de Cristo. “!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro.” (Mateo 23:23).  La obligación de diezmar no se cumple cuando se da el diez por ciento a los pobres o a una Buena causa, sino cuando se paga a la tesorería de la Iglesia. Ofrendar es algo diferente, y en adición al diezmo.  Ambas cosas forman el plan financiero de Dios, para sostener Su trabajo en esta tierra.  Lea también Génesis 14:19-20; Malaquías 3:10; Lucas 11:42; 1 Corintios 16:2; 2 Corintios 9:6-9; Hebreos7:1-21.


Restitución cuando sea posible

Restitución es la acción de restaurar una cosa que se haya tomado ilícitamente, o de satisfacer a alguien a quien se le haya hecho algún mal. Dios requiere que aquellos que se convierten hagan restitución.  “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto. Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación á esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. (Lucas 19: 8, 9).  Lea también Mateo 3:8; Romanos 13:8.


La segunda venida premilenaria de Cristo

Cristo vendrá otra vez a esta tierra. Primero, para resucitar los muertos en Cristo, y recoger a los creyentes que vivan, para encontrarse con El en el aire, y para participar de las bodas del Cordero.  “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4:16, 17).  Lea también Mateo 24:27, 28; 1 Corintios 15:51, 52.

Segundo para regresar con los santos a reinar en la tierra por mil años.  “…y vivieron y reinaron con Cristo mil años, Mas los otros muertos no tornaron á vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección.” (Apocalipsis 20:4, 5).  Lea también Zacarías 14: 4, 5; Lucas 1:32; 1 Tesalonicenses 4:14; 2 Tesalonicenses 1:7-10; Judas 14, 15; Apocalipsis 5:10; 19:11-21.


La Resurrección

Todos los muertos, tanto los justos como los malos, serán resucitados. Los justos que estén muertos se levantaran en la primera resurrección, cuando venga Cristo. La resurrección de los malos que hayan muerto, se llevara a cabo después del reinado milenario de Cristo en esta tierra.  “Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan.” (Hechos 24:15).  Lea también Daniel 12:2; Isaías 26:19; Juan 5:28, 29; 1 Corintios 15:12-23; 41-58; Apocalipsis 20:5, 6.


Vida eterna para los justos

Los que mueran en el Señor, y los que le estén sirviendo cuando El venga, recibirán la recompense de la vida eterna—eterna felicidad en la presencia del Señor.  “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46).  Lea también Lucas 18:30; Juan 10:28; Romanos 6:22; 1 Juan 5:11-13.


Castigo eterno para los malos

Nuestra vida en este presente mundo determinara cual será nuestra recompensa eterna. Los inconversos y los malos están destinados al tormento eterno, de donde no podrán escaparse—no habrá liberación, ni aniquilación.  “E irán éstos al tormento eterno, y los justos á la vida eterna.” (Mateo 25:46).  Lea también Marcos 3:29, 2 Tesalonicenses 1:8, 9; Apocalipsis 20:10-15; 21:8.


Abstinencia total de todo licor u otras bebidas

La Biblia expresamente prohíbe el uso de bebidas embriagantes. Aun la más mínima indulgencia es pecado, y no se estará conservando a la norma bíblica de santidad.  “EL vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; Y cualquiera que por ello errare, no será sabio.” (Proverbios 20:1).  Lea también Proverbios 23:29-32; Isaías 28:7; 1 Corintios 5:11; 6:10; Gálatas 5:21.


Contra el uso del tabaco en cualquier forma, opio, morfina, etc

Se prohíbe el uso de tabaco en cualquier forma, así también como el uso habitual de narcóticos. Estas prácticas pecaminosas contaminan el cuerpo, el templo del Espíritu Santo, y son evidencia exterior de un corazón inmundo.  “ASI que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios.” (2 Corintios 7:1).  Lea también Isaías 55:2; 1 Corintios 10:31, 32; Efesios 5:3-8; Santiago 1:21.


Comidas y bebidas

El Nuevo Testamento no establece un reglamento fijo con respecto a lo que el creyente debe comer o beber (con la excepción de las bebidas embriagantes). Por lo tanto, no tenemos derecho de juzgar lo que nuestro hermano come e bebe. Las restricciones legales de la ley de los judíos concernientes a esto, no se extendieron a la Dispensación de la Gracia.  “Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo.” (Romanos 14:17).  Lea también Romanos 14:2, 3; 1 Corintios 8:8; 1 Timoteo 4:1-5.


El Sabado

La observancia del Sábado era un requisito de la ley judía; pero como tal esta no se extendió a la Dispensación de la Gracia. El día domingo no tiene el significado del sábado, sino que es un día que se ha separado para brindar atención especial a la adoración de Dios. En vez de solo guardar el Sábado como día santo, en esta dispensación no requiere un tipo de Cristo, quien es nuestro descanso en vez del día. “Por tanto, nadie os juzgue en comida, ó en bebida, ó en parte de día de fiesta, ó de nueva luna, ó de sábados: Lo cual es la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo.” (Colosenses 2:16, 17).  Lea también Óseas 2:11;  Romanos 13:1, 2; 14:5, 6; Hebreos 4:1-11.


Contra el uso de oro para ornamento

O decoración tales como anillos, (sortijas), brazaletes, aretes, (pantallas, pendientes), medallones, etc. Ornamentos de oro u otros metales preciosos son infructuosos y un gasto inútil de dinero, porque no benefician físicamente ni espiritualmente al que lo porta.  Por esta razón, y porque son evidencias de la soberbia de la vida; y esto es indecoroso para un hijo de Dios.  Isaías 55:2, ¿Por qué gastáis el dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? Oidme atentamente, y comed del bien, y deleitaráse vuestra alma con grosura.”  Lea también 1Timoteo 2:9; 1 Pedro 3:3; 1 Juan 2:16.


Contra el pertenecer a logias

La Biblia esta en contra de que los hijos de Dios se junten en yugo desigual con los infieles. También Se opone a las cosas que se hacen en secreto, y requiere una fidelidad completa e indivisa de cada hijo de Dios. Juan 18:20, “Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo: yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los Judíos, y nada he hablado en oculto.”  Lea también 2 Corintios 6:14-17; Efesios 5:12, 13. Además, muchas sociedades secretas requieren un juramento, lo cual se prohíbe expresamente en las Escrituras. (Véase el próximo párrafo). 


Contra el juramento

El juramento es una cosa vana y condenada por las Escrituras. La afirmación de la veracidad de cualquier cosa es suficiente.  Mateo 5:34, “Mas yo os digo: No juréis en ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;”  También se prohíbe usar lenguaje profano.  Lea también Éxodo 20:7; Santiago 5:12.


Contra el divorcio y el pecado de volverse a casar

El divorcio y el recazamiento constituyen el pecado de adulterio.  Mateo 5:32, “Mas yo os digo, que el que repudiare á su mujer, fuera de causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio."  Las únicas causas para el recasamiento son la fornicación y la muerte.  Sin embargo, fornicación no es infidelidad o simplemente adulterio; por el contrario, es el estado de estar casado ilegalmente con la esposa o esposo de otra persona.  1 Corintios 7:2, "Mas á causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido.”  Lea también Mateo 5:32; 19:3-9; Marcos 10:12; Romanos 7:2, 3; 1 Corintios 5:1-5, 13; 1 Corintios 6:16-18; 7:10, 11; Apocalipsis 2:22.